Entre los años 1973 y 1990, nuestro país vivió uno de los capítulos mas oscuros de la historia, donde las Fuerzas Armadas, transponiéndo los preceptos constitucionales, victimizaron a jóvenes entre 18 y 20 años, quienes debieron afrontar situaciones inimaginables para cualquier ser humano.
En todo momento durante nuestra incorporación se excedió la razón de la Ley de Conscripción Militar y se vulneró el propio código Militar al que estabamos sujetos, al aplicar tratos y suplicios no contemplados en esa norma y vedadas en la carta Magna: de esta forma se violaron nuestras garantías institucionales y los derechos humanos con la mayor impunidad y sin ninguna posibilidad de amparo para nosotros, produciendo daños psicológicos insuperables en el tiempo y que debido a nuestra corta edad e inexperiencia de vida, debemos arrastrar hasta el dia de hoy, con un costo altísimo tanto para nuestra familias como para nuestros hijos.
Han transcurrido más de 34 años y aún no hemos podido subsanar nuestra heridas que nos causaron en nuestra infortunada juventud.
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